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Detrás del nuevo Libro Vaquero

Hablamos con Jordi Soler, el primer escritor mexicano invitado a participar en el mítico cómic
lun 20 abril 2015 09:16 AM
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Libro Vaquero - (Foto: Libro Vaquero)

Un ejemplar de bolsillo que vende más de 400 mil ejemplares desde allá por 1978 y que ilustra cada semana unas alegres historias del lejano oeste donde no faltan el apuesto vaquero, el malo, la chica guapa, su balacera, mucha sangre y un título más que sugerente. Esa es la sencilla pero exitosa fórmula del Libro Vaquero, que ahora busca un aire más literario invitando a participar a importantes novelistas mexicanos. Jordi Soler, el primero de ellos, nos cuenta su aventura.

¿Cómo te llega este proyecto y te animas a participar?

Me lo propusieron. De hecho, cuando me lo estaban proponiendo me dio pena que no se me hubiera ocurrido a mí, porque es una excentricidad de las que me entusiasman. Me animó a participar tanto la idea de escribir el Libro Vaquero y no desconcertar a sus lectores habituales, como el hecho de que es un libro que se vende mucho. Por otra parte, otra cosa que me gustó fue la idea de que mis lectores detectaran mi presencia ahí, el estilo o algo... Fue un experimento muy, muy divertido que me sacó de mi quehacer de novelista durante un mes. Lo he disfrutado mucho. 

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¿Te sorprendió que te llamaran para escribir el Libro Vaquero?

No, porque es un proyecto que lo propuso una curadora de arte, es una especie de performance o instalación.

¿Cómo fue el trabajo? ¿Decidiste seguir con el estilo o romper un poco con el patrón del Libro Vaquero?

Es una historia que estaba sujeta a varios clichés: tiene que haber sangre, balazos, violencia, tías buenas... ¡todo! Una vez que tienes esos elementos te pones a armar una historia. Yo, por ejemplo, bauticé a los personajes con los nombre sde Otello de Shakespeare (ríe). La tía buena se llama Desdémona, la cantina se llama el Moro y el gato se llama, por supuesto, Otello (vuelve a reír). Ha sido muy divertido.

¿Volverías a escribir otra de las historias del Libro Vaquero?

En un tiempo, sí.

¿Crees que este ícono pop mexicano hay que recuperarlo o queda para colectivos determinados, hipster quizás?

Es un libro que leen básicamente los trabajadores, es el clásico libro de un albañil y está diseñado para que te quepa en el bolsillo de atrás. Por eso mismo es un libro que se ve con cierto repelús en las clases cultas, por los intelectuales mexicanos. A mí eso fue lo que más me gustó, para desmarcarme de la clase intelectual, de la que no me siento parte. Me divirtió mucho tener este gesto. Creo que yo no tengo ningún problema con eso, creo que no importa el soporte de las obras literarias, mientras sea una pieza literaria. 

¿Eras o eres lector del Libro Vaquero habitual?

No, nunca. Bueno, sabía perfectamente cuál era y había ojeado alguno, pero me tuve que poner a estudiar el fenómeno y me enviaron 10 tomos y a ver... Bien, bueno es un género, es un cómic al final. Y ya está, me puse a escribir un cómic básico y elemental.

¿Sabes de otros escritores que le hayan propuesto escribir el Libro Vaquero?

Sí, está a punto de salir uno que hizo Yurí Herrera. Quizás él está más cerca del Libro Vaquero que yo, en sus novelas hay más violencia.

Con esta idea de incorporar escritores al Libro Vaquero, ¿crees que ampliarán su público?

No, yo creo que ampliarlo es difícil. Lo que pueden hacer es cambiar un poco la imagen que se tiene del Libro Vaquero. Porque en el mundo literario somos cuatro gatos, la legión de lectores es la del Libro Vaquero. Creo que deberíamos mirar el fenómeno con humildad y aprender de él. ¿Por qué éste vende cientos de miles y yo no? Ah, pues hay que ponerse a mirarlo.

¿Crees que ya era hora de darle valor al Libro Vaquero cuando en Praga, por ejemplo, montaron una exposición celebrando el aniversario de este libro y en México no se valora?

Sí, sí, claro. Aquí en México no se tiene esa dimensión y está bien que se haga esto. Yo creo que la idea de ponernos a escritores de novelas a hacer esto es precisamente llamar la atención y hacer ver que no es un cómic para nada despreciable, como se opina de él en ciertos círculos, sino que es incluso una obra de arte que puede exhibirse tal cual. Es como las películas de luchadores, de lucha libre, que en México siempre nos parecieron una vulgaridad y sin embargo en Francia triunfaban. Es un poco eso. Lo mismo pasa con el mundo prehispánico, fíjate... Aquí se mira con cierta distancia y en otros lados deslumbra.

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