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Entrevistamos a Joaquin Phoenix, el irracional

El actor no tolera filmar más de una película al año... a menos que su nuevo jefe se llame Woody Allen
mié 28 octubre 2015 10:09 AM
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Irrational Man (Woody Allen, 2015) - (Foto: Irrational Man (Woody Allen, 2015))

Al principio, no tenía idea de lo que era la actuación. El pequeño hermano de River Phoenix, mito de una generación sin mitos, simplemente se dejaba llevar por lo que en su temprana adolescencia era una "experiencia auténtica".

Hoy, a los 41 años, Joaquin Rafael se encuentra en un momento peculiar: reconocido como uno de los actores más talentosos de su generación, nominado al Oscar en tres ocasiones y respetado por la industria a pesar de su locura ocasional, a Phoenix se le permite burlarse de todos, como en la curiosa I'm Still Here, hacerse pasar por un drogadicto legendario en Inherent Vice —la adaptación al cine de otro mito, el escritor Thomas Pynchon— o hacer casting con Marvel para trabajar en Dr. Strange, simplemente porque es un gran fan de Iron Man. 

Camaleón, genio o caprichoso, Joaquin Phoenix fascina a los intelectuales del cine, pero sigue sin tener muy claro lo ambiguo de su profesión. "La verdad es que no siempre disfruto mi trabajo como actor. Hay ocasiones en que me encuentro con material que es difícil y me genera estrés y hay otras en las que disfruto mucho lo que estoy haciendo. Pero me imagino que esto es algo que pasa en cualquier actividad, hay días en que vas a trabajar y no ves la hora de que se termine la jornada y hay otros en que no lo podrías pasar mejor".

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I'm Still Here (Casey Affleck, 2010) 

"Hay ocasiones en que me siento absolutamente prisionero de la actuación, lo cual hace que la experiencia se vuelva miserable en todo sentido. Pero hay otras en que ocurre todo lo contrario. Por eso no puedo decir que mis experiencias hayan sido homogéneas en mi carrera. Lo que me gusta de rodar películas es que son como una síntesis de una vida, porque te pasas cuatro meses explorando un personaje y transformándote con él. Pero, además, a lo largo de un rodaje puedes vivir muchas cosas porque, aunque la mayoría de los días disfrutes de trabajar con un director, no falta la ocasión en la que sientes que quieres matarlo". 

Sin embargo, a la hora de hablar de Woody Allen, para quién protagonizó Irrational Man, que llega este mes a México, sólo conoce de elogios: "Entendí el concepto de director de cine cuando era niño gracias a él. Fue la primera vez que supe que había alguien detrás que lo organizaba todo. Recuerdo que estaba viendo Love and Death, de Allen, y me entusiasmó tanto que les pregunté a mis padres sobre el responsable de esa historia. Desde que me enteré de que era Woody, siempre soñé con trabajar para él. Cuando me llamó para invitarme a participar en su película, no lo podía creer. Lo había logrado después de tantos años de pensarlo y trabajar para ello".

The Master (Paul Thomas Anderson, 2010)

Leer: Entrevistamos a Obey

A Phoenix no le gusta hablar de su vida personal y su gesto amigable suele desaparecer rápidamente cuando le preguntan sobre ese tipo de cosas. "La gente puede pensar que estoy ocultando algo de mí, pero la verdad es que se habla demasiado de ti cuando eres actor, y eso es algo sobre lo que no tengo ningún control", señala, y enseguida aclara: "Por eso prefiero guardarme toda esa información para mí. Sólo voy a decir que llevo una vida muy simple y muy tranquila. De verdad, no tengo nada espectacular para revelar", afirma. 

Su actitud cambia cuando se trata de hablar de sus experiencias en Latinoamérica, una conexión inusual en su evolución para este hijo de un misionero de la controvertida secta Los hijos de Dios que lo trajo al mundo en Río Piedras, un suburbio de San Juan, la capital de Puerto Rico. "La verdad es que me fui de Puerto Rico cuando tenía dos años, por lo que no recuerdo nada de esa época; luego viajé a México cuando tenía 15 o 16, y me quedé allí durante seis meses. Fue una etapa asombrosa porque en Estados Unidos todo el mundo está obsesionado con la seguridad y, en cambio, allí yo estaba en una comunidad en la que no existía esa paranoia. Me manejaba con mucha libertad y hasta tenía mi propio caballo. Y a lo largo de los años he viajado mucho por América Latina. Regresé a México, y también estuve en Guatemala y en Panamá, y sigo pasándola increíble cuando voy a la región", cuenta.  

Her (Spike Jonze, 2014)

Irrational Man será la última película en la que veremos a Joaquin Phoenix por algún tiempo porque, aunque tiene entre manos un proyecto con el diseñador Tom Ford, por ahora no hay nada concreto y sólo trazos vagos de un gran proyecto; algo habitual en el ritmo de trabajo del oriundo de Puerto Rico para el que, aparentemente, no existe la premura ni la obligación de filmar películas varias veces al año.

"Suelo terminar cada película agotado, y en los primeros meses no hago absolutamente nada y le digo a mis agentes que ni siquiera se molesten en enviarme un guión", describe, y luego prosigue: "Puedo pasarme seis meses sin pensar en el tema, y recién entonces me pongo ansioso, les pido que me manden material, me deprimo con lo que leo porque todo me parece basura, y luego empiezo a entrar en pánico. Me he pasado así un año, y hace exactamente un mes llamé a mi agente y le pregunté si el problema era que mis expectativas eran demasiado altas. Pero, por lo general, conmigo suele ser así. Me paso seis meses sin ningún interés en trabajar y los siguientes seis en pánico".

Para Phoenix, trabajar con Woody Allen en Irrational Man fue un sueño y una prueba laboral: "Allen es increíblemente inteligente. Entiende mejor el trabajo de los demás que los que lo están haciendo, lo cual me intimidó. Yo creo que es el mejor director con el que he trabajado. Él está verdaderamente entusiasmado de estar en el set. Woody tiene una mente increíble y entiende perfectamente bien el ritmo de una escena, y qué es lo que la vuelve lenta. Te dice que quites una frase del parlamento y que, en cambio tomes un vaso de agua... de pronto todo cambia por el arte de su magia".

Inherent Vice (Paul Thomas Anderson, 2014)

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