El quarterback, una pieza clave
La NFL se divide en dos tipos de equipos: los que cuentan con un quarterback franquicia y los que están condenados a deambular en los sótanos de la tabla, a pesar de todo el talento que puedan tener en el resto de las posiciones. La posición de mariscal de campo es la más difícil. No hay otro rol dentro del área de juego que tenga tanta presión, demanda y genere tantas expectativas. Es el rostro de cada franquicia y su desempeño, determinará qué tan bueno o malo será el equipo.
¿Por qué ganan millones?
Existen numerosas razones que los separan del resto de sus compañeros, pero señalaremos las 4 principales:
1. Preparación
El quarterback no solo debe saber cómo hacer su trabajo, también tiene que conocer las responsabilidades de todo el equipo, hasta de sus oponentes.
Asignaciones de bloqueo, rutas optativas y regulares, fortalezas y debilidades ocultas.
Aaron Rodgers, de Green Bay, ejemplifica a un QB cuya dedicación excede al estándar: un día laboral promedio comprende una hora de pesas (7:00-8:00 am); juntas con el equipo para estudiar jugadas (9:00-11:45 am y 3:45-5:00 pm); práctica física (11:45 a 1:45 pm) y media hora para atender a la prensa (1:45-2:15 pm) y aun así, Rodgers sacrifica su tiempo personal para revisar más jugadas.
2. Agudeza mental
No puedes ser quarterback en la NFL si no eres agudo, concentrado e intensamente dedicado a la parte mental del juego. Demasiados factores dentro del campo caen bajo su responsabilidad.
En sus 18 años de carrera, Tom Brady ejemplifica todo esto por su capacidad para leer las formaciones defensivas previo a cada snap y realizar modificaciones o improvisar en fracciones de segundo. Es fruto de su preparación y habilidad para procesar información velozmente, pero con calma.
3. Habilidad física
Kellen Moore, Tim Tebow y Collin Klein fueron excelentes quarterbacks en colegial, pero sus habilidades físicas no se tradujeron con éxito en la NFL. Un quarterback de élite debe contar con el suficiente brazo para lanzar el balón 40+ yardas, precisión para colocar el balón fuera del alcance de los esquineros, y la suficiente habilidad física y sangre fría para esquivar o aguantar de pie tras la bolsa de protección, mientras sujetos de 1.95 metros y 120 kilogramos buscan ‘arrancarle la cabeza’.
4. Medios de comunicación
La omnipresencia de las redes sociales ha modificado la relación entre los jugadores y su público. Cualquier cosa que digan podrá ser modificada, magnificada o sacada de contexto dentro de la cultura del sound bite, que se alimenta de dichos controvertidos. Pero, ¿quién da la cara para hablar con los medios? El quarterback. Su habilidad para manejarse ante la prensa es un requerimiento indispensable. Tiene que encontrar el balance para mostrarse confiable, respetuoso; políticamente correctos, sin ser aburridos y no dejar ver su frustración ante la adversidad o mostrarse inseguros o inmaduros.
Construir al quarterback perfecto implica: dedicación, estudio, agilidad mental, concentración, capacidad físico-atlética, inteligencia, y algo más que no se adquiere en la tienda de la esquina: liderazgo. Todo esto explica la serie de ceros que aparecen en sus contratos, y la idolatría o repudio que pueden llegar a recibir.
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