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¿Qué sería de la música si Kurt Cobain siguiera vivo?

En memoria del héroe de Aberdeen, un pequeño pueblo en Washington donde un tipo miserable, caótico y genuino llamado Kurt Cobain nació un 20 de febrero de 1967.
lun 20 febrero 2017 11:55 AM
Kurt Cobain
Kurt Cobain Auténtica leyenda (Foto: Jeff Kravitz/FilmMagic)

Fernando Savater dijo que “el heroísmo es imposible”, pero si Kurt Cobain no hubiera crecido en Aberdeen, un pueblo encallado en la espesura geográfica de Washington, nadie sabría que existe aquel condado. Si Kurt no hubiera tenido una familia disfuncional, ni hubiera tomado Ritalin desde los siete años o recibido una guitarra a los catorce o, tal vez, si jamás hubiera sido encarcelado por pintar “Ain’T goT no how waTchamacalliT” en la pared de un banco, le daríamos la razón a Savater, porque es cierto, el heroísmo no sólo es imposible, es una vieja y obtusa idea del imaginario colectivo.

Y es que el mito de Cobain es inagotable. Se dice que lo apañaron un sinfín de veces, por grafitear impúdicos mensajes tipo “God is Gay” y “Homo Sex Rules”, aunque en la comisaría de Aberdeen no existe archivo alguno sobre esas impertinencias. Asimismo, hay muchos fans que se creyeron al pie de la letra sus petulantes Diarios, y aseguran que vivió bajo el puente del río Wishkah, a pesar de que Krist Novoselic ha desmentido esa teoría: Kurt era un callejero y un buscavidas, pero nunca cayó tan bajo como para intentar dormir en un sitio inhabitable.

De cualquier modo, en la vida de este héroe autodestructivo y naïf, también hubo verdades. Efectivamente, fue un lector compulsivo de narrativa, poesía y filosofía, porque sus discos Bleach, Nevermind e Insesticide, son auténticos catálogos de torceduras psíquicas, así como lo fue su borrascosa relación con Courtney Love, la viuda negra del grunge, a quien amó (y temió) como un poseso.

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“Kurt is bigger than Elvis Presley” se escucha en Aberdeen. Y aunque pocos lugareños lo conocen (o reconocen) en ese pueblo encallado en la espesura geográfica de Washington, no podemos negar que la muerte lo hizo un héroe, pues si no se hubiera pegado un tiro el 5 de abril de 1994, Kurt ya tendría 50 años. Y quizá tocaría como solista o habría incursionado en el pop o formaría parte de otra banda o, posiblemente, seguiría cantando sus viejos hits, ebrio y barrigón como Eddie Vedder, y Nirvana sería otro Pearl Jam obstinado en seguir sonando como hace 20 años. Sin una muerte trágica, imprevista, el héroe es imposible.

Si no, pregúntenle a James Dean.

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