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Entrevistamos al protagonista de la cinta más esperada del año

Elvis & Nixon narra el encuentro entre el Rey y el presidente
lun 16 mayo 2016 09:38 AM
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Cortesía - (Foto: Cortesía)

Aunque físicamente no se parece a Elvis Presley, hay algo que Michael Shannon comparte con él: al igual que el Rey, no puede entrar a ningún sitio sin pasar desapercibido. Su metro noventa de estatura, su rostro peculiar y sus penetrantes ojos azules, impactan. Sin embargo, este actor, que avanza a pasos agigantados en su carrera, no quiere la fama y sí los retos. En este caso, el de transformarse en un Presley en el filme Elvis & Nixon, que narra el breve encuentro de la leyenda musical con Richard Nixon (magistralmente interpretado por Kevin Spacey). En entrevista, Michael Shannon.

¿Es cierto que no querías el papel de Elvis?

Es cierto. No me parecía que yo fuera la opción indicada para interpretarlo, pero la productora, Holly Wiersma, insistió. Pero lo que me ayudó a decidirme fue la participación de Jerry Schilling, uno de los mejores amigos de Elvis, que estaba convencido de que era yo quien lo tenía que interpretar. Me invitó a ir a Memphis con él. Una vez allí, estábamos almorzando y le dije que me asustaba el desafío. Él me dijo que lo que le interesaba era que yo hiciera algo que no fuera una imitación. El me explicó que se había pasado toda su vida mirando imitadores, pero que eran muy pocos los que lo tomaban seriamente y que pensaban en él como un ser humano real. Me dijo que estaba seguro de que yo iba a encararlo con seriedad y así fue como me convenció y me concentré en su psicología. Era un hombre complicado...

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¿Qué encontraste al buscar al hombre Elvis?

Espiritualidad. Hay una escena en la película en la que él está por entrar al Salón Oval y se pone a practicar lo que le va a decir al presidente, y se pone a hablar sobre su hermano. En ese momento te das cuenta que él nunca ha estado seguro de por qué la suerte lo ha elegido a él. No es porque no haya trabajado duro para lograrlo, pero nunca se sintió cómodo con el nivel de fama que le tocó. Eso se combinaba con el deseo de hacer un trabajo mucho más serio, particularmente, como actor. Jerry me contó que a Elvis le partía el corazón que no le ofrecieran papeles serios en proyectos respetables. Le encantaba actuar, pero quedó atrapado por su propia personalidad y nunca pudo desarrollar tanto esa faceta como hubiese querido en realidad.

¿Cómo decidiste abordar a una figura de tal magnitud?

Comencé a mirar sus películas, tanto las que él hizo como actor como los documentales que se hicieron sobre él. Vi sus conferencias de prensa, como la que dio después de regresar de la guerra en el Madison Square Garden. Pero la que más me ayudó es la que hizo en Houston, porque es la más cercana al periodo histórico en el que transcurre la película. Mucha gente cree que cuando Elvis fue a la Casa Blanca ya estaba en plena decadencia, pero, en realidad, se encontraba en buen estado físico. Acababa de hacer 100 conciertos en Las Vegas y estaba trabajando muchísimo. Pero como se puede ver en la película, no podía entender para qué servía todo su éxito ni para qué ganaba tanto dinero. No estaba feliz. Su problema espiritual se convirtió en su obsesión por que le dieran una placa.También usé una entrevista que me dio Jerry, que creo que nadie escuchó. La hicieron para el documental Elvis on Tour. Además, leí muchos libros que leyó Elvis, porque una de las cosas que más me sorprendieron en mi investigación es que leía mucho. Le gustaban Siddharta, de Hermann Hesse, y El profeta, de Khalil Gibran.

Eres un actor muy intenso. ¿A qué crees que se debe?

A la forma en la que encaro mi trabajo. Me lo tomo muy seriamente y trabajo muy duro. Todo el tiempo me cuestiono por qué hace falta molestarse en hacer películas, por qué necesitamos contar historias, por qué nos pasamos tanto tiempo obsesionados con cosas imaginarias que no están ocurriendo cuando hay tantas cosas que sí están pasando en el mundo. Y siempre llego a la conclusión de que, por alguna razón, debe ser necesario. Nos debe ayudar a lidiar con la realidad. Obviamente, son muchos los actores que se toman con entusiasmo mi trabajo, pero, en mi caso, puede ser desbordante y sé que hasta puede resultarle chocante a los demás... pero así es.

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