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Platicamos con James Franco, un hombre de poder

Este actor, guionista. productor, profesor y figura pública demuestra que el poder es de quien lo trabaja
vie 24 junio 2016 10:19 AM
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Getty Images James Franco (Foto: Getty Images)

"Se trata de la libertad de crear algo sin la necesidad de entretener. Algo que no tiene que ser evaluado por sus resultados en la taquilla. Francamente, es algo que persigo desde que fui consciente de que mi trabajo era hacer películas. Mi vida pública y mi vida profesional empezaron con un filme, así que es lo que sé hacer. Pero conmigo, lo importante está no en cómo se muestra el producto, sino en cómo se crea. De eso va el poder y la libertad del arte". 

Así comenzaba James Franco 2016. Dejaba en claro, en entrevista con Jerry Saltz para la publicación Vulture, que entendía su oficio, que aceptaba sus pormenores, pero, sobre todo, que, a pesar de ello, no estaba dispuesto a ceder la manera y la perspectiva para hacerlo y menos en 2016, año en el que tenía en puerta, entre películas, documentales, cine de arte y filmes estudiantiles, más de una decena de proyectos.

Detrás del teclado. Manejando la cámara. Haciendo cuentas. Mediando con la industria. Memorizando los guiones. Preparando las lecturas  para una lección de literatura... James Franco no sabe parar y es por ello que resulta el ejemplo perfecto del Hombre de poder. Del que busca cómo generar espacios y no sólo acomodarse o establecerse en los ya creados.  

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Es verdad que el mundo lo conoce por su faceta de estrella de Hollywood, particularmente, por grandes superproducciones, como la primera trilogía de Spider-Man, en la que encarnó a Harry Osborn; o también por su persistente manera de involucrarse en comedias delirantes como Pineapple Express, This is The End y la polémica The Interview, o por propuestas familiares de la industria, como Oz the Great and Powerful Rise of the Planet of the Apes, sin embargo, el nominado al Oscar a Mejor Actor por 127 Hours es un verdadero hombre orquesta con múltiples intereses que le permiten sobresalir en una industria en la que el poder, una vez que se obtiene, se convierte en comodidad. 

Novelista, pintor, escultor, músico, poeta, estudiante, director de cine y profesor universitario, Franco siempre está dispuesto a experimentar, ya sea subiéndose a un escenario para presentar la entrega del Oscar o sumándose al elenco de una telenovela diaria para interpretar allí a un personaje más. Quien empezó su carrera en televisión y tuvo su primer papel importante en la icónica Freaks and Geeks, que produjeron los entonces principiantes Judd Apatow y Paul Feig, se ha entregado en cuerpo y alma a trabajar para la pantalla chica. Se lo puede ver ya en Hulu protagonizando la miniserie 11.22.63, basada en la novela del escritor Stephen King, uno de sus favoritos, y producida por J.J. Abrams, mientras continúa grabando The Deuce, otra miniserie que ha realizado David Simon para HBO, por la que habrá que esperar hasta finales del año.

Sumado a sus encuadres televisivos, Franco dejará en 2016 el siguiente registro de películas: como narrador en el documental The LabyrinthZeroville, The Masterpiece e In Dubious Battle, como director; y como actor,The Fixer, King Cobra (con la que levantó polémica por sus escenas homoeróticas), Killing Animals, The Mad Whale, Kill the Czar, The Heyday of the Insensitive Bastards, Black Dog, Red Dog, Actors Anonymous, Why Him? y The Longer Home.

De la comedia a la tragedia. De la investigación y el documental al thriller. De la irreverencia a la seriedad. Para cada gusto y en cada oferta, James Franco ha demostrado que la versatilidad de su carrera es hoy su principal arma para sobrevivir y sobresalir dentro de una industria que, a pesar de aceptarlo y cobijarlo desde el inicio de su carrera, ha buscado domesticarlo, provocando dimes y diretes que lo han llevado a perder papeles o a no ser el actor que todo productor quiere en su cartelera.

En entrevista, James Franco, el hombre que demostró que sólo trabajando se puede obtener y compartir el poder.

La percepción de 2016 es que eres un hombre orquesta. Guiones, actuaciones, dirigir, enseñar... ¿Por dónde comenzar? 

Siempre he estado interesado en la literatura, el cine, la actuación y el arte. Por eso vine a Los Ángeles a estudiar literatura en la UCLA. Ahí descubrí que la mitad de la gente que vivía en la ciudad estaba involucrada en la industria del cine, por lo que decidí intentarlo. Tuve suerte, conseguí una carrera y aunque me iba bien sentí que la actuación tenía limitaciones. Fue entonces que volví a la universidad, donde descubrí que me sentía bien. No sólo me recibí, sino que decidí ponerme a estudiar otras carreras. Y aunque empecé a explorar el mundo del arte y a escribir sin que nadie lo supiera, luego comprendí que todo está interrelacionado. Y ahora sé que puedo usar mis experiencias como actor para otros tipos de expresiones artísticas.

Este año, tu papel de profesor parece ser el eje de tu personalidad. ¿Qué es lo que te ha llevado a enseñar en la universidad?

Creo que soy bueno en lo que hago. Pero puede ser agotador. De todos modos, la recompensa es muy grande, porque ésta es una industria en la que es muy difícil entrar y mantener una carrera, por lo que te pasas mucho tiempo concentrándote en ti mismo. Una vez que empecé a enseñar, fue un alivio porque era un tiempo en el que no tenía que concentrarme en mí mismo. Es que aun cuando te va muy bien, con proyectos como 127 Hours, pronto tienes que empezar a preocuparte por qué es lo siguiente que vas a hacer. Enseñar hace que no tenga que pensar de esa manera. La verdad es que llegó un punto en que sentí que ya no tenía sentido seguir siendo estudiante, Pero me gustaba el ambiente académico, su pureza, el rigor intelectual y la pasión por los temas que me encantan. Es muy difícil encontrar gente tan apasionada por la literatura fuera de una universidad. Para mí, enseñar fue la forma de quedarme en el ambiente universitario, pero ahora que estoy del otro lado me he dado cuenta de que éste es mejor, porque puedes elegir de qué va a tratar la materia, y así continúo aprendiendo mientras enseño. Tengo la suerte de poder dar clases en dos de las mejores escuelas de cine del mundo, por lo que tengo de alumnos a algunos de los cineastas más brillantes del planeta.

¿Cómo decides cuándo involucrarte y apoyar un proyecto estudiantil y cuándo no? 

Si te fijas en IMDB.com, muchas de las películas en las que aparezco desde que enseño son las que han hecho mis estudiantes con un nivel relativamente profesional, con presupuestos modestos, con los que siempre conseguimos buenos actores. En muchas de ellas sólo tengo una pequeña participación como actor para poder ayudarlos. Mi compromiso con esos proyectos no se compara con el que tengo con las series de televisión. De todos modos hago muchas cosas, y tengo una compañía productora en la que cuento con colaboradores que trabajan conmigo. A veces, yo soy el director y en otras, uno de mis colaboradores lo es. A veces soy yo el que escribo el guión y en otras películas esa tarea recae en otra persona. 

Hablas de tu compromiso con la televisión... ¿por qué decidiste apostar por trabajar ahí? 

Por una serie de razones. Leí un libro que se llama Hombres fuera de serie, sobre los showrunners de esta tercera época dorada de la televisión, específicamente, David Chase, David Simon y Vince Gilligan, entre otros, y eso despertó mi interés en este nuevo estilo de realización televisiva; estas series que tienen un número limitado de episodios, que permiten que la historia se pueda desarrollar de una manera diferente, mucho más adulto y más serio. La idea de trabajar en este tipo de formato me entusiasmó, y fue en ese entonces que me involucré en dos series. Había estado hablando con David Simon y le dije que estaba disponible para cuando me necesitara y así surgió lo de The Deuce. Por la misma época me puse a leer el libro de Stephen King, 11/22/63, y me entusiasmé. A través de un amigo conseguí el correo electrónico de Stephen y como sabía que él suele ser muy generoso con los derechos de sus historias, pensé que tal vez tenía una oportunidad. El me respondió que J.J. Abrams ya los tenía y que iba a hacer una miniserie. Pensé que había perdido la oportunidad, pero como estaba escribiendo una columna para Vice en esa época, mencioné el libro y comenté cuánto me había gustado. Dos semanas después, a través de un amigo, me llegó un correo electrónico de J.J., a quien no conocía. Allí me decía que a él le habían gustado las mismas cosas del libro que a mi, y me preguntaba si estaba dispuesto a hacer una miniserie. Le respondí que si, que originariamente había querido desarrollarla yo. Y allí empezó todo, porque. además J.J. me prometió que también iba a poder participar como director. Me llevó unos cinco meses. El resultado fueron ocho horas en las que un personaje pudo ser desarrollado correctamente y se pudo contar una historia sin sintetizarla y con grandes resultados. 

¿De dónde sacaste la energía para trabajar en tantos proyectos durante todo este año?

De verdad, no lo sé. Creo que nunca me detengo a pensarlo. Aunque antes bebía mucho café, pero ahora sólo lo hago si es descafeinado... creo que, en realidad, tiene que ver con poder hacer lo que me encanta todos los días, como trabajo y como diversión. Me gano la vida haciendo lo que me gusta, y cuando llega el turno de descansar, lo sigo haciendo aunque no me paguen

 

Este texto pertenece a la edición impresa de junio de 2016 de Life and Style

 

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