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El día que conocer la Luna dejó de ser un sueño

Han pasado 50 años desde que la misión del Lunar Orbiter 4 de la NASA abrió las puertas para el gran paso de la humanidad.
jue 03 agosto 2017 04:48 PM
El luner orbiter 4.
El luner orbiter 4. El luner orbiter 4.

Los técnicos de la NASA veían una vez más partir su creación desde el Kennedy Space Center de Cabo Cañaveral, Florida, a orillas de las aguas atlánticas. El 4 de mayo de 1967 marcaba el comienzo de 180 tensos días para ellos, monitoreando constantemente su nueva sonda, el Lunar Orbiter 4.

Esta última era la cuarta de un programa de más de 164 millones de dólares que constaba de cinco naves no tripuladas, siendo las tres primeras esenciales para buscar posibles lugares de aterrizaje y las dos posteriores las encargadas de cartografiar el satélite.

El secretismo era una de las partes más esenciales de la misión, pues la competencia tecnológica espacial contra la Unión Soviética denominada como La Guerra de las Galaxias estaba en su máximo apogeo. Quizá los rusos hubieran enviado al primer hombre, Yuri Gagarin, al espacio en 1961, pero la administración de Lyndon B. Johnson estaba determinada a seguir el legado del trágicamente asesinado JFK, plantando la bandera de barras y estrellas en suelo lunar. Por lo tanto, la misión del Lunar Orbiter 4 era primordial para que esta victoria política y social fuera posible.

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Construida por el contratista principal de la agencia aeroespacial, Boeing, la sonda de aleación de aluminio pesaba 385 kilos y contaba con un equipo fotográfico de alta y media resolución encargado a Eastman-Kodak, de 66 kilos. Sin embargo, al contrario que sus predecesores, el Orbiter 4 tenía una falla que se evidenció tras la primera fotografía el 11 de mayo: las puertas de la lente no respondían correctamente. Consecuentemente, el lente tendía a empañarse, amenazando la calidad de unas imágenes de vital importancia.

Las fotografías del Lunar Orbiter 4.
Las fotografías del Lunar Orbiter 4.

De tal manera, la pericia de los técnicos fue capital en encontrar aquellos ángulos correctos para minimizar la pérdida en la calidad, mientras la nave daba vueltas a la Luna. Hasta el 26 de ese mismo mes se tomaron todas las fotografías que fueron posibles. Afortunadamente, la transmisión fue exitosa y 419 fotografías de alta resolución llegaron al centro de operaciones de la NASA, mostrando el 99% de la superficie lunar visible y un 75% de la oculta.

Una vez recibidas las imágenes, se abandonó a un Orbiter 4, que completaría 360 órbitas antes de estrellarse por acción eventual de la gravedad el 4 de octubre de 1967. Sus datos fueron extremadamente útiles para su quinta versión, encargada de explorar más a fondo el 25% restante del lado oscuro de la Luna, al que Pink Floyd le dedicaría un álbum en 1972.

Tras esto, la certeza de que un astronauta pondría su pie en el cuerpo celeste era cada vez más cercana, y se cumpliría cuando Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins partieran del mismo Cabo Cañaveral el 16 de julio de 1969 en el Saturno V para iniciar la histórica misión, Apolo 11. Cuatro días después, un mensaje con la voz de Armstrong sería recibido en aquel famoso centro de control de Houston entre abrazos, aplausos y vitoreos: “Houston, aquí la Base Tranquilidad. El Águila ha alunizado”.

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